Marta Ferrer Puga, Canigó alumni de la Promoción 10, ha sido incluida en la lista de los mejores médicos de nuestro país 2023, elaborada por El Confidencial, en el área de Alergología. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Zaragoza es doctora y especialista en Alergología por la Clínica Universidad de Navarra.
Premio Extraordinario de Doctorado, realizó su formación postdoctoral en la State University de Nueva York y, posteriormente, trabajó como Research Associate en la Medical University of South Carolina; desde donde se incorporó a la Clínica Universidad de Navarra. Es Decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra desde el año 2022.
Doctora y especialista en Alergología por la Clínica Universidad de Navarra
Marta, ¿qué te impulsó a estudiar Medicina?
Más que hacer Medicina, desde siempre he querido ser médico con todo lo que implica.
Desde muy pequeña, como en tantas cosas, mis hermanos eran las ‘víctimas’. Todavía me sorprendo de la cara dura que tenía yo cuando se quejaban de un dolor. Entonces yo les exploraba y ellos esperaban mi vaticinio sobre sus dolencias, mirada atenta, que invariablemente acababa con un: “no te preocupes, se te pasará”.
Los ejemplos de médicos cercanos jugaron un papel fundamental.
¿Qué aprendizajes te has llevado de cada lugar en el que te has formado o trabajado (Zaragoza, Nueva York, Carolina del Sur, Pamplona)?
Recuerdo que, cuando me fui a vivir a Estados Unidos, un compañero me dijo “cuando salgas valorarás muchas cosas que no sabías que tenías aquí y dabas por supuestas. También descubrirás otras que no tenemos que, una vez conocidas, se harán imprescindibles”. La suerte de haber podido vivir y trabajar en sitios tan diferentes me ha permitido precisamente valorar lo que pensaba que todo el mundo tenía. Y aprender tantas cosas valiosas que sólo puedes conocer alejándote de tu zona de confort.
El poner en práctica lo aprendido en cada sitio, sin duda, me ha hecho jugar con ventaja.
Te dedicas a la investigación y a la docencia ¿por qué decidiste dedicarte a la docencia y qué es lo que más te gusta?
En ocasiones los docentes hacemos tedioso y aburrido lo más fascinante que existe, que es aprender.
Gracias al dinamismo de la Universidad de Navarra, que facilita la innovación, hemos podido poner en marcha un curriculum integrado: con metodologías activas, con una reducción drástica de clases magistrales (en tercero están toda la mañana en el hospital y dos tardes tienen resolución de casos por grupos); un currículum en el que, con un gran esfuerzo de los profesores, las asignaturas tradicionales han sido sustituidas por materias integradas, con clases colaborativas y escenarios complejos simulados.
Me ha movido también el ejemplo en casa; mi madre, profesora de Historia primero en la Universidad y después en el colegio, nos contaba con tanto entusiasmo el paso del antiguo régimen al nuevo que me parecía una aventura apasionante que se quedaba grabada.
De la investigación se habla mucho hoy en día, siempre se dice que no se dedican recursos suficientes y, sin embargo, es muy necesaria ¿por qué decidiste dedicar tu vida también a la investigación?
Siempre me ha fascinado saber el porqué de las cosas, el inconformismo de no quedarme con las cosas como son. Planteármelas de otra manera, buscar soluciones. Me parece importante, para promover mentes investigadoras en los niños, fomentar la creatividad: el desorden, la improvisación, la aparente pérdida de tiempo que despierta la curiosidad.
¿Cómo es la relación entre los investigadores de los distintos países?
Muy buena. Hoy en día no se puede investigar sin colaborar con otros grupos. Nos dirigimos a una investigación en que la cantidad de datos va a marcar la diferencia, y esto solo será posible con colaboraciones y trabajo en redes.
En junio de 2023 fuiste galardonada con el premio "Clemens Von Pirquet", a tu trayectoria de investigación ¿qué ha supuesto para ti este reconocimiento?*
La verdad que inesperado y realmente inmerecido; es como los radares de tramo: reconoce una trayectoria de investigación. Se debe fundamentalmente a la investigación que he dedicado a una enfermedad que altera mucho la calidad de vida y, a menudo, es incomprendida: la urticaria crónica. Me alegra porque es un reconocimiento al nivel de la alergología en nuestro país, y al nivel de investigación de la Clínica Universidad de Navarra y de todos mis investigadores y compañeros.
¿Qué supone estar en la lista de “Los mejores médicos de España” elaborada por El Confidencial?
Quizá una cierta responsabilidad. El paciente puede tener más expectativas. Esto me lleva a ser más honesta, mejor educadora y estudiar más. Como dicen los americanos, correr la extra-milla. Aspiro a que cuando se vayan de la consulta piensen “no me ha curado, pero siento que a partir de ahora no voy a enfermar solo”.
A un alumno que se esté planteando estudiar Medicina ¿Qué consejo le darías?
Le diría que estudiar Medicina no es una meta sino un punto de partida; que vale la pena el esfuerzo, que busque referentes, que la Medicina lo que necesita ahora son personas empáticas, íntegras, que sepan trabajar en equipo; personas que sean buenas comunicadoras, con afán de ayudar a los demás.
El conocimiento puede estar al alcance del bolsillo, pero esas cualidades esenciales serán imprescindibles y no se pueden improvisar.
Puedo imaginar la respuesta, pero ¿vale la pena el trabajo hecho hasta ahora?
¡Por supuesto! Como en todos los caminos, más que llegar a una meta, lo importante es lo que se aprende y lo que se disfruta en el trayecto.
Hablemos de tu infancia ¿Cómo fue tu paso por Canigó?
La verdad es que en Canigó me lo pasaba tan bien, que en muchas ocasiones me paseaba sobre el límite de lo aceptable. Admiro profundamente que las profesoras, en lugar de desesperarse, tuvieran la paciencia de ver más allá de esa alumna inquieta, hiperactiva y rebelde.
Me enseñaron con hechos el modelo pedagógico que ahora pongo en práctica. Les debo en grandísima parte donde he llegado, porque yo percibía que confiaban en esa niña con gafas impredecible que era yo. Lo que en educación se denomina el currículo oculto (aquello que forma a los alumnos a través del ejemplo, de lo que no se dice) era tan potente que tuvo una fuerza transformadora.
¿Qué recuerdos tienes?
El número de recuerdos siempre es proporcional a la felicidad con que se han vivido. Tengo de todo tipo: desde convencer a toda la clase para que se metiera en los armarios antes de una clase y la profesora pretendiendo que no pasaba nada; hasta el día que -en un ataque inusual de responsabilidad- acabé la labor de pretecnología en la famosa arpillera en el trayecto del autobús, y cuando iba a guardar la afanosa tarea, me había cosido todo a la falda.
¿Qué es lo más valioso que aprendiste en el colegio?
Lo más valioso que he recibido del colegio ha sido una educación llena de naturalidad, que te animaba a ser tú misma, donde Dios era algo también connatural.
Pienso que una sociedad es madura en la medida que fomenta y apoya la educación escolar y reconoce la labor de los profesores.